sábado, 7 de septiembre de 2013

Beto o Don Beto es la cuestión...

Beto o Don Beto es la cuestión!

Cuántas cosas esconden las personas que trabajan en la calle, cómo es su vida, su “horario de trabajo” y sobre todo, que sienten cuando trabajan, cuando hay una moneda o cuando no. 

Ésta es la suerte de los que no han sido escuchados aún.

Más conocido como “Beto”, este pequeño se levanta muy temprano y alista todos sus útiles. Camina muchas cuadras hacia el norte, y en la ave- Ruiz Cortines y Simón Bolívar frente a una gasolinera, deja todos sus útiles de trabajo, cierra los ojos, ora y le pide a Dios que le vaya bien, pues no quiere quedarse sin un peso esta noche.

Sin saber matemáticas, pues no recibió educación alguna, sabe que tiene menos de un minuto (lo que dura el semáforo del crucero de rojo a verde) para lavar los vidrios de los carros que pasan por esa Avenida. A él no le gusta mendigar, pues pedir limosna, “es como robar, pero decentemente” tal como afirma él.

El agua la tiene que sacar de una manguera donde riegan la jardinera de la gasolinera, e inmediatamente la vierte en el balde que le tiene que durar hasta la noche.
Es la primera vez que veo una persona, más aún, un niño que trabaja de 8:00 AM a 8:00 PM casi sin descanso, siempre solo, sin tener ni siquiera 15 minutos para almorzar, y con qué dinero, si la gente lo desprecia.

La esperanza de este niño se enciende como el semáforo que ahora está en rojo, pero le dura tan poco, como el tiempo que dura el semáforo cuando está en verde. En pocos minutos, empieza a limpiar los vidrios de los carros, muchas veces le pitan o le echan el carro atrás (casi a punto de atropellarlo) para que no lo limpie, le suben la ventana y los conductores le miran su tristeza y su agonía al rogarle que le den una moneda para que pueda comer por la noche. A cada rato, Beto se planta firmemente en la ventana del conductor y sin murmurar palabra, no alcanza a decir ni siquiera “por favor”, y los conductores lo niegan, lo ignoran; por eso, a veces toca lanzarse al limpia brisas de adelante, a veces al de atrás para que a los conductores les toque dar aunque sea una simple moneda. Me pongo a pensar si Beto serviría para ser psicólogo.

Su tristeza queda por siempre impregnada en la ventana del conductor que a veces no tiene la conciencia de los niños de la calle, no tiene noción de lo que le sucede a Beto; entonces el pequeño se resigna, le agradece y con las manos vacías intenta con otro carro.
La suerte es la que gobierna ahora y el “no” abunda en las respuestas. Otro turno en el que no gana nada, otro turno en el que se irán las manos negras de trabajo, mientras los carros Mercedes, BMW y Volkswagen arrancan directo al Obispado, o simplemente siguen la trayectoria por la Ave Ruiz Cortines.

Y a la típica escena de película, empieza a hacer bastante calor, aunque para el pequeño limpia vidrios no es excusa para que huya de su misión y persiste en trabajar; espera que nuevamente el semáforo cambie a rojo para seguir trabajando, un nuevo trabajo, una nueva esperanza, y esta vez, muchos carros. De nuevo el balde, el limpiavidrios y su sonrisa. De nuevo la negación, el vidrio, los carros y la tristeza.

Ya se acerca la noche, y “Beto” solo recibió $100 pesos, seguramente es muy poco, pero cien pesos le sirve para huevos y frijoles, tortillas y leche y jugar a las maquinitas.

Han pasado dos días y Beto no aparece en la calle, pareciera que se hubiera tomado el día libre, quizás hoy no venga a trabajar; en cambio, sus “compañeros de oficina” se esfuerzan por ganar más, aprovechando que él no viene, o quizás le ayuden cuando regrese, pero en este mundo, donde escasea el dinero, donde cuesta trabajo trabajar (más aún en la situación de esta “profesión”), donde muchos Betos empiezan a quedarse sin estudio; hay que dudar que las monedas que consigan niños de su misma edad, incluso mayores y menores que él, se la puedan dar. Muchos necesitan el trabajo para mantener a la familia. Para sobrevivir en este mundo complicado e incluso para evitar caer en la pena de pasar hambre.

Después de estar ausente esos días, sucio y más cansado que nunca, “Beto” llega a su lugar de trabajo y repite la misma situación, pero él ya está acostumbrado – según él – pero no están acostumbrados sus ojos, su fuerza. El trabajo lo va desgastando poco a poco, menos horas de sueño, menos comida, más trabajo, más horas, más noches.

Al haberle preguntado el porqué de su ausencia los días anteriores dio una respuesta cómica. Es increíble que un niño como él tenga suficiente humor y creatividad para momentos tan difíciles como el que atraviesa casi a diario: “es que quise tomarme unas cortas vacaciones” – me dice mientras abandona en el suelo sus útiles. Definitivamente una respuesta agridulce, pero así es él, un niño de apenas 12 años y con un enorme sentido del humor, que pone a pensar, cómo tanto trabajo nos pone a veces de muy mal humor.

Cuántas veces vemos a nuestros familiares que llegan muy cansados, a veces de mal genio y otras veces silenciosos después del trabajo; en cambio, éste pequeño siempre tiene un ánimo gigante, una esperanza diaria y sobre todo, un empuje a hacer las cosas que varios niños de “otra estirpe” no lo harían. Su espontaneidad de su respuesta me deja impresionado, me llena de energía saber que existe gente como él, y que nadie le preste aunque sea cinco minutos para conocerlo.

Así puede ser la situación de varios niños que trabajan en diferentes calles de esta Cd. que presume su primer mundo, unos pueden sufrir más que Beto, otros menos que él. Así es la vida de los hombres que nunca los oyen hablar, de los que no tienen como hacerlo ni como expresarse en una sociedad que en su gran mayoría, le importa menos el otro, ya sea por cualquier motivo válido o no válido. Así viven lo que jamás son escuchados, los que gracias a una poca cantidad de gente buena son auxiliados; pero muchos no nos damos cuenta de su sufrimiento, de la realidad que viven aquellos seres, una realidad que puede ser muy distinta a la nuestra.
Y si así son los “niños de la calle”, los limpiavidrios. ¿Cómo será la realidad de los pordioseros, los indigentes, los “desechables” y los necesitados?.

Soy Hank Chinaski desde el Backstage de la vida.

Mensajes Celestiales...

Mensajes Celestiales
Llegó agosto y los vientos empezaban a arreciar. –Constrúyenos una cometa papá-, pidieron los niños. -Este fin de semana-, les prometió sin convicción el padre, mientras pensaba en cómo hacer para llegar sin deudas a fin de mes. Desde que su esposa muriera se complicaba la vida para ellos. Había tomado la difícil decisión, contra los consejos mayoritarios, de aceptar un trabajo de medio tiempo para atender a sus pequeños y estar en casa cuando ellos llegaran de la escuela. Pero le estaba pasando factura el esfuerzo. Los gastos eran muchos y el dinero escaseaba.
Llegado el fin de semana le pidieron hacer la cometa. –Lo siento niños, no tengo dinero para comprar los materiales. –No te preocupes papito, ahorramos lo del domingo y compramos el papel y las cañitas, podemos hacer engrudo con un poco de harina y listo, porfis. Derrotado ante tal argumento, el papá se dispuso a confeccionar el delicado artefacto volador. Decidieron hacerlo en forma de rombo, como cola le ataron retazos de un viejo mantel. Unos cuantos pesos extraídos del bolsillo del padre solucionaron lo del carrete.
Al día siguiente, domingo por la tarde, salieron al parque a volar el artificio de papel y caña. El poco viento no elevaba la cometa y los niños estaban muy tristes ante los frustrados intentos. El papá estaba algo incómodo por el tiempo empleado y quería volver a casa para seguir trabajando en algunos pendientes. –Papá una vez más por favor, es importante que la cometa llegue muy muy alto-. -¿Porqué niños, el próximo domingo lo haremos?. – No, porfis, tiene que ser hoy. –Pero comprendan no sopla el viento y se me hace tarde. –Papito tiene que ser hoy, porque mañana de repente decides volver a trabajar todo el día y no te veremos ni los fines de semana y necesitamos que la cometa llegue alto para que la vea mamá desde el cielo y se acuerde de nosotros y… de repente nos envíe algo de ayuda para que el dinero nos alcance y no tengas que dejarnos solos en las tardes…
El silencio se extendió por todo el lugar. Miles de preguntas empezaron a surgir en la mente del padre. No dijo nada más, le dio el carrete al mayor y empezó a correr con la cometa, a determinada distancia la soltó y entonces se elevó por los aires, volvió donde sus hijos, pero no agarró el carrete, dejó que ellos lo manejaran, indicándoles suavemente de vez en cuando que hacer para que no cabecee tanto, para que se vuelva a elevar, así, hasta que agarró impulso y era un punto casi irreconocible en el cielo. Al regresar a casa una determinación se fortaleció en el corazón del padre, una seguridad se anidaba en el alma de los niños y hasta el horizonte parecía que les sonreía. Nuestro ángel en el cielo recibió el mensaje.

Soy Hank Chinaski desde el Backstage de la vida…

Gotcha Sirio..

Gotcha Sirio..

Hace algunos días el niño supo qué era la muerte. 
Velaron a su padre en medio de llantos desenfrenados allí en Al Qasser. ¿Dónde queda Homs?, allí lo asesinaron. ¿Dónde queda Damasco?. 
Esa era su pregunta constante y nadie le hizo caso.
Los asesinos de su padre estaban en esa ciudad. No lloró durante todo el velorio y el entierro posterior.

Antes de irse esa mañana el padre le dio una cachetada en la mejilla porque estaba llorando, luego le enjuagó las lágrimas y le acomodó los rizos.
Dos días después la noticia de su muerte cayó como una bomba en su casa.
Ahora avanza por el camino hacia Damasco. Por lo menos por donde cree que llegará.
Tiene cruzada a la espalda una escopeta de retrocarga, una ametralladora corta en la mano derecha, ambas listas para accionar.
En la mano izquierda sostiene libros de su escuela con el mapa de su país.
Lo encontraron dos semanas después. La bala que lo atravesó no era rebelde ni de su gobierno, era estadounidense.

Siria pierde a su infancia en el Gotcha Sirio...

Soy Hank Chinaski desde el Backstage de la vida.

La Casa de las Putas


Es de noche, un haz de luz imaginario que cae del cielo me señala. 
Un hilo invisible me lleva a ese lugar.

Una casa grande, de dos plantas, a media luz, ambigua, oscura, misteriosa, la casa de las putas; Leyenda urbana se dice que un misógino acabo con todas. Casa embrujada de putas, llama la curiosidad de cualquiera y mas si uno en pan piensa.

Me dirijo por una pequeña escalera que me condena al salón de entrada y toco el timbre.

La voz de una alegre muchacha rompe el hechizo y me saluda con naturalidad. ¡Adelante Caminante!

Entro con cierta timidez y sin saber con certeza el motivo de mi visita.
Ella me mira expectante.

Las palabras salen de mi boca: Me dijeron que en esta casa hay putas fantasmas… ¿es cierto?

Para mi sorpresa ella me contesta con normalidad: Sí, ¿quieres verlas? Pasa sin temor…

Salimos por la puerta trasera de la casa, apenas estaba anocheciendo.

Un camino de piedra con objetos derruidos a su lado.
Al final del camino una arcada de piedra. Al cruzar veo un cementerio, aparentemente abandonado.

Hay pabellones grises, destruidos una placa con sus nombres "Rosy Roles",
"La Vicky", "La Guera Musiquera", en el lugar no hay verde, no hay vida.

No cantan los pájaros, no entra el sol. El aire parece estar quieto.

La actitud de mi guía contrasta con el contexto.

Despreocupada y casi divertida me indica una cueva en la cual me dice que hay espíritus de las tres putas.

Me acerco. Veo oscuridad. Esfuerzo la vista. Espero.

Veo un movimiento, una sombra que se mueve.

La fascinación se apodera de mí. Necesito ese mensaje.

De pronto al ritmo de -Twist and Shout ... ella comienza a girar y pequeñas sombras blancas, esqueléticas bailan a mi alrededor.

¿Se divierten conmigo? ¿Se burlan de mí?

¡Hablen! ¡Díganme algo! ¿Qué hay detrás de tanta muerte? ¿Hay vida? ¿Hay bondad?.

Una profunda insatisfacción me invade el pecho al no encontrar respuesta.

Los mismos pensamientos malignos. Cambian las personas. O son las mismas.

Camino sin pensar, sin respuestas, vejado por las putas fantasmas.

El resto del trayecto es en silencio. Prometo volver con refuerzos.

Soy Hank Chinaski desde el backstage de la vida.