domingo, 20 de enero de 2013

Confesiones de un Ángel Indecente....Adecuarse a la Época

Como cada domingo Habuhiah, se encontraba en la cantina el Infierno ahora llamada el Generoso Bar, lo acompañaban el Rasabuches y el Trinquetes, bajo el hedor del  tabaco y alcohol pasan sus ratos libres ademas de unos treinta parroquianos que lo acompañan, todos esperando la anécdota  de cada domingo. 
La rockola tocando  Some Grils de los Rolling Stone.
¿ Habuhiah que anécdota nos tiene preparada? - añadió en voz alta uno de los parroquianos.
Habuhiah hizo una breve pausa; un silencio absoluto reino en la cantina. Y a propósito -añadió en voz alta Habuhiah:
Hacia un día lindo y soleado cuando Mario se entero de que su mujer lo engañaba con el ginecólogo.
los vio en un restaurante de comida rápida besándose y sonriendo, muy felices.
El pasaba por casualidad a comprar comida para llevar; afortunadamente no lo habían visto.
Lo sospechaba desde hacia algunos meses y ahora lo confirmaba.
Habuhiah le da un sorbo a su whisky pide una ronda para sus amigos y continua el relato.
La muy desvergonzada lo estaba engañando.
Furioso, al regresar a la oficina ya no tuvo hambre para comerse la comida que había comprado.
En vez de comer, empezó a buscar tiendas de armas en Internet  y decidió que esa misma tarde iria  a comprar el arma con la cual se vengaría.
Salio a la calle con la excusa de una visita a un cliente y se dirigió a una armería  En el camino fantaseaba sobre su venganza. Pensaba en como le dispararía a la frente a la adultera, en como le rogaría ella por su vida llorando y pidiendo perdón  El otro hombre, el ginecólogo de segunda, lloraría como mujer, arrepentido ya sin esperanza, antes del tiro definitivo. Solo de esa manera, pensaba, era posible restaurar su honor.
Ningún hombre que se precie debería tolerar tal traición  A plena luz del día  como burlándose y regodeándose de su fechoría cual sinvergüenzas, estaban exhibiéndose en un lugar publico.
Así los había visto y eso no podía quedar impune de ninguna manera. Por momentos, al pensar en los detalles de la venganza, Mario sonreía.
Sin embargo una cosa es fantasear y otra cosa es la realidad. Mario nunca había sido un tipo violento, sus amigos lo conocían por su tremenda paciencia y su don de gentes. Nunca había disparado arma alguna. Al llegar a la armería y ver el primer revolver que le mostró el vendedor, sintió miedo. Matar no iba con su naturaleza y ahí frente a un entusiasmado vendedor que no paraba de alabar las virtudes del arma que vendía  lo comprendió con tristeza, disculpándose  salio de la tienda y le pareció que a pesar de ser una linda tarde, todo estaba nublado y el día era gris.
Mario se había casado con Karla hacia siete años, pese a intentarlo no habían tenido hijos.
Buscando métodos  y alternativas de fecundación y consultando con amigos habían llegado hasta el ginecólogo  el ahora amante de su mujer. pero en lugar de ayudar a la pareja a tener hijos el muy cabrón había decidido ayudar solo a Karla, mientras sus honorarios los pagaba el marido cornudo.
" Cantinero sirve parejo que esto se esta poniendo bueno dice el Rascabuches"
¿ Con que palabras la habría seducido el matasanos? o peor aun, ¿ fue ella la que lo sedujo?
Con estos pensamientos se atormentaba el pobre marido traicionado, cuando sonó su celular. Era Karla, la vulgar adultera, que llamaba desde su celular. Preguntaba, como suelen hacer las mujeres, que donde estaba. Ese mecanismo de control que antes le gustaba, ahora lo puso de mal humor.
-¿Que quieres?-pregunto el.
-Cuando vengas para la casa, compras café y azúcar, que ya se va acabar, también servilletas.
-Compralas tu- le grito y corto la llamada.
Al terminar la llamada Mario estaba temblando de la cólera  ¿Ya había regresado de enmotelarse con aquel hombre? ¿Lo había llamado desde ese motel? ¿O en su propia casa los descarados fornicaban?
Por su cabeza nuevamente cruzaron los pensamientos homicidas. Algo tenia que hacer, tal ofensa no podía quedar sin ser vengada.
De alguna manera la haría arrepentirse.
Paso  a un bar a echarse un par de tragos, mientras la tarde, ahora si, se ponia realmente nublada.
En el bar habían dos mesas ocupadas, una con un grupo de ejecutivos y otra con un tipo de edad, barbudo, rockero, con vestimenta a la Mike Jageer y escuchando Sympathy for the devil.
al que saludaba cada vez que iba al lugar.
¿A cuantos de aquellos hombres los engañarían sus mujeres?.. pensó.
Pidió un whisky, fue a pedir otro a la barra y el hombre de aspecto rockero le dio conversación.
¿Penas en el amor?, le dijo sonriendo.
¿Tanto así se me nota?, le pregunto Mario, sonriendo a su vez.
Luego fueron a sentarse a la misma mesa y empezaron a conversar
-Yo ya se cuando miro a un hombre traicionado- dijo el barbudo rockero. El orgullo herido se nota de inmediato.
-Supongo que se me nota en los cuernos- respondió riéndose Mario.
-La vida, mi estimado, se encarga de poner las cosas en su lugar.
-O la muerte, dijo Mario.
-¿ No me diga que usted quiere despacharse a su mujer?
-No, lo haga, adecuese a la epoca.
Después de varias horas de platica y whisky, los amigos se despidieron. Afuera llovía  Mario recordó con un poco de amargura que a Karla le gustaba ver los reflejos de las luces en las calles mojadas de la ciudad, le parecía romántico. Esa noche no quería regresar a casa, al llegar se tendió en el sofá de la sala y se quedo dormido.
Al día siguiente, con la resaca de la noche anterior, todo parecía haber sido un sueño, a duras penas tomo una ducha y se fue a trabajar. Evito encontrarse con Karla. Ya en la oficina, recordó la escena de su mujer besándose con el ginecólogo y se volvió a amargar. Sin embargo, al recordarse de todo lo que había pasado para vengarse se echo a reír. El  que nunca había disparado un arma en su vida, pensando en matar a alguien, era ridículo  ademas corría el riesgo de ir preso y perder ya no solo a su mujer, sino todo lo que había logrado.
Salio al medio día para ver si encontraba de nuevo a su mujer y al amante en el mismo lugar, pero no los encontró  En el camino de regreso a la oficina los vio en el carro del ginecólogo  Los siguió se bajaron en una tienda de conveniencia a comprar comida, mientras hacían fila para pagar, se besaban como novios enamorados, Mario se bajo del carro y se acerco a una distancia prudente, saco el celular que llevaba al cinto y les tomo fotos.
Ya en la oficina  subió las fotos al Facebook, etiqueto a su mujer y al amante y las publico en su muro, el ginecólogo también era casado. Por la tarde fue con un abogado para asesorarse y tramitar su divorcio, esa misma tarde su mujer marco veinte veces, las fotos tenían mas de 500 likes. 
al salir del despacho del abogado solo recordó estas palabras: Adecuarse a la época.
Al terminar Habuhiah su relato los mas de treinta parroquianos salieron a comprar su celular con cámara.
Ahora si cantinero cambia de canal que queremos ver el juego de los 49 de San Francisco vs  Atlanta Falcons....