miércoles, 19 de junio de 2013

Monterrey Bajo Fuego. El Sabino Gordo...

De mi Libro Monterrey Bajo Fuego..

Debe advertirse que quien busque unidad temática o estilística en este libro no va a encontrarla: aquí lo anecdótico, lo chusco, lo dramático, lo trivial, aun lo poético entran en conjugación solo por la integración del enfoque psicológico.

En el libro Monterrey Bajo Fuego existen mezclados lo bueno y lo malo en buenos y malos, sin maniqueísmo, sin parálisis ca...racterológica de los tipos y arquetipos literaturizados; en el relato confluyen la magia, la contradicción, la tensa agresividad, la destructividad de los hechos y los dichos de una vida conflictiva propiciada por un gobierno endeble que le declaro la guerra al narco.

El Sabino Gordo…
Soy recibido como de costumbre, con grandes aspavientos y señales de gusto.
El portero del bar no duda ni un segundo en dirigirme con sus refinados meseros a la mesa del frente, soporte de mis tragos amargos de cada, jueves, viernes y sábados.

Sin lugar a dudas un lugar hediondo a los ojos de aquellos clientes primerizos, en mi caso no lo es, tengo el olfato impregnado de ese maldito perfume, mismo que han de adquirir en cantidades industriales para ocultar el hedor de las colillas apagadas en la alfombra de un pisotón, los ácaros de las pieles talladas, los tragos vertidos y evaporados, eructos de cebada, uva y agave.

Las putas bailan sobre la superficie de cristal templado de buen grosor, un detalle delicado a considerar si se comparan las tarimas de otros antros, los estrobos bajo el cristal animan a las acróbatas del cetro a abrir las piernas y sorprender, sin pelos ni pudores, los rostros de aquellos ermitaños que apenas han conseguido unos pesos para un trago y beberse la fibra de las carnes en la plancha transparente.

Una y otra, y luego otra más, delgadas, morenas, de grandes pechos, de culo fastuoso, rubias, de ojos bonitos sólo una, van desfilando a la pista, primero música fuerte, ágil, cualquier estridencia y la pieza de danza es igual de estrambótica; después, música de dieta, melosa, de susurros y uh’s prolongados, los movimientos son iguales, ligeros, lentos, de cadencia descarada e incitadora.

Los clientes, embelesados con esas bellezas que nunca tendrán cada noche en su cama, les compran tragos, bebidas exóticas de grandes copas con muchos hielos, ellas argumentan una disculpa por la sed y lo tragan con la solemnidad del dromedario antes de cruzar el Sahara, antes del último sorbo piden una copa más que abandonan sobre la mesa al largarse para atender a un frustrado que ya pagó su boleto a la puerta del paraíso, a la puerta solamente: lo que dure una canción y el frotar de las curvas desnudas contra la ropa del tipo lo habrá hecho extasiarse y reconfirmar su virilidad.

Pido otro áspero trago, agua mineral con hielo, el mesero me atiende con prestancia a pesar de que jamás dejo propinas superiores, las chicas no se acercan, sólo ven a un hombre misterioso que nunca falta para ver a Brittany.

El animador del lugar anuncia la salida magna de la noche, la estrella subterránea, es ella, semejante dama, la causa para venir a este congal sopa de frustración, hipocresía y ambición. Las luces se apagan, un proyector le crea una gemela negra sobre la pared, aplausos, gritos, comienza la música y el baile, es una diosa, vuelan sus piernas, menea las nalgas ataviada de un disfraz de alta ejecutiva: medias caladas, falda corta, blusa de fuerza al parecer por los senos casi asfixiados en lucha saltarina por ser liberados, negra lencería asoma de vez en vez a la par de su rutina, peinado de salón, lentes claros.

Un sorbo a mi trago, la tristeza me invade, miro al público en turgencia visible, algunos se manosean en su silla, ya hay interesados en el baile privado con la diosa, veo a la boletera comerciar con caricias que no son las suyas, me duele, yo no puedo pagarla. La segunda pieza descubre su cuerpo infinito, la lencería descansa y se apesta en el piso, ella se arrastra cual gata en celo, luego se tira boca arriba y sus senos le abarcan el pecho planchado, apunta sus rodillas al cielo multicolor, flash, mi corazón se apretuja y ella, como todas, ha abierto los perniles y asoma esos labios sin voz.

De nuevo gatea, se acerca a mi mesa y como cada noche, me roba el alma con su mirada, ya lo había dicho, es la única de ojos bonitos, la música acaba y vienen los aplausos, la ovación general, el maestro de ceremonias la despide e invita a aquellos pudientes a pagar un trato especial en privado, cielo mío, no puedo pagarte, me reclamo.
El resto de las niñas es igual, no en virtud, sino en defecto, por lo cual no vale la pena quedarse, así que pago el consumo y dejo la raquítica propina, el portero me despide con la misma emoción con la que me recibió.
Unos pocos pasos y llego a mi taxi, me encierro con un cigarro, lloro, y no lo hago por ser empleado y verme, además, obligado a trabajar de chofer por las noches, lloro porque la amo. Dos horas después Brittany toca el cristal de la ventanilla, le abro la puerta y entra entra conmigo, un silencio muestra la tristeza a brote pero también un alivio sin límites. Le pregunté cuántos privados hizo, siete fue su respuesta antes de romper a llorar, y yo, destruido, lloré con ella, ambos nos dirigimos rumbo a Cd. Solidaridad donde fincamos nuestras esperanzas.

El 8 de julio de 2011 veinte personas fueron asesinadas en un ataque al bar Sabino Gordo, también atribuido al cártel del Golfo. Monterrey es escenario de una cruenta lucha entre los carteles de Los Zetas y sus antiguos aliados del cartel del Golfo, que ha dejado numerosas víctimas. La pugna de ambas organizaciones y los enfrentamientos de estas con las fuerzas de seguridad en Nuevo León ocasionaron la muerte de unas dos mil personas en 2011.
Monterrey ha sido catalogada como una de las ciudades más acosadas por la narcoviolencia.

Ambos esposos salieron media hora antes, Brittany ahora es ama de casa y su esposo continua contando historias, los personajes y los hechos de esta novela son reales estoy en deuda con los que generosamente me dieron la información.

Soy Hank Chinaski desde el Backstage de la Vida.