sábado, 7 de septiembre de 2013

Mensajes Celestiales...

Mensajes Celestiales
Llegó agosto y los vientos empezaban a arreciar. –Constrúyenos una cometa papá-, pidieron los niños. -Este fin de semana-, les prometió sin convicción el padre, mientras pensaba en cómo hacer para llegar sin deudas a fin de mes. Desde que su esposa muriera se complicaba la vida para ellos. Había tomado la difícil decisión, contra los consejos mayoritarios, de aceptar un trabajo de medio tiempo para atender a sus pequeños y estar en casa cuando ellos llegaran de la escuela. Pero le estaba pasando factura el esfuerzo. Los gastos eran muchos y el dinero escaseaba.
Llegado el fin de semana le pidieron hacer la cometa. –Lo siento niños, no tengo dinero para comprar los materiales. –No te preocupes papito, ahorramos lo del domingo y compramos el papel y las cañitas, podemos hacer engrudo con un poco de harina y listo, porfis. Derrotado ante tal argumento, el papá se dispuso a confeccionar el delicado artefacto volador. Decidieron hacerlo en forma de rombo, como cola le ataron retazos de un viejo mantel. Unos cuantos pesos extraídos del bolsillo del padre solucionaron lo del carrete.
Al día siguiente, domingo por la tarde, salieron al parque a volar el artificio de papel y caña. El poco viento no elevaba la cometa y los niños estaban muy tristes ante los frustrados intentos. El papá estaba algo incómodo por el tiempo empleado y quería volver a casa para seguir trabajando en algunos pendientes. –Papá una vez más por favor, es importante que la cometa llegue muy muy alto-. -¿Porqué niños, el próximo domingo lo haremos?. – No, porfis, tiene que ser hoy. –Pero comprendan no sopla el viento y se me hace tarde. –Papito tiene que ser hoy, porque mañana de repente decides volver a trabajar todo el día y no te veremos ni los fines de semana y necesitamos que la cometa llegue alto para que la vea mamá desde el cielo y se acuerde de nosotros y… de repente nos envíe algo de ayuda para que el dinero nos alcance y no tengas que dejarnos solos en las tardes…
El silencio se extendió por todo el lugar. Miles de preguntas empezaron a surgir en la mente del padre. No dijo nada más, le dio el carrete al mayor y empezó a correr con la cometa, a determinada distancia la soltó y entonces se elevó por los aires, volvió donde sus hijos, pero no agarró el carrete, dejó que ellos lo manejaran, indicándoles suavemente de vez en cuando que hacer para que no cabecee tanto, para que se vuelva a elevar, así, hasta que agarró impulso y era un punto casi irreconocible en el cielo. Al regresar a casa una determinación se fortaleció en el corazón del padre, una seguridad se anidaba en el alma de los niños y hasta el horizonte parecía que les sonreía. Nuestro ángel en el cielo recibió el mensaje.

Soy Hank Chinaski desde el Backstage de la vida…