miércoles, 8 de septiembre de 2010

Expectativas,Suposiciones y Decepciones

Recuerdo ese anuncio del Melate que decía “Ya me vi”. No se si a todos, pero por lo menos a mí me retrataba perfectamente. Compramos un boleto de lotería y como bien dice el anuncio, pasamos (¿desperdiciamos?) horas pensando qué vamos a hacer con el dinero.
Yo me imagino que pago de todas mis deudas, compro regalos a familiares y amigos, adquiero una casa hermosa en un paraíso remoto y tengo mucho tiempo para disfrutarla.
Una vez que tengo repartido (con varias correcciones) el dinero que recibiré, llega el día del sorteo, y me doy cuenta que no estoy ni cerca de atinarle a un solo numero. ¡Ay, muy mal! Me sobreviene un bajón momentáneo… que se arregla rápidamente comprando un nuevo billete de lotería.
La lotería no es la única que nos hace generar expectativas. Con bases sólidas para generar estas expectativas o no, para quien quiere hacerlo, prácticamente cualquier evento, persona o situación puede hacernos generar expectativas. Una expectativa es una suposición de algo que sucederá en el futuro que puede o no ser realista.
Si las cosas no salen como esperábamos resulta en una decepción. Cuando la fiesta no fue lo que habíamos soñado, la llamada no llega, el correo electrónico que no aparece, el mensaje de celular brilla por su ausencia, el trabajo que pensamos que obtendríamos no se concreta, nos sentimos frustrados, furiosos o agotados. Sin embargo, el problema no está en el exterior, sino de nuestras expectativas.
Adrian llamó a su amigo Carlos para decirle que le iba a presentar una amiga, de su esposa, que según dijo, era chambedora y buena gente. Explicó que ya le había dado su teléfono y seguramente le hablaría esa semana. Carlos empezó a construir castillos en el aire. Se imaginó cómo sería la llamada, la cita, la chava, de qué hablarían, las flores, la copita después de la cena, la siguiente cita. Todo. Decidió que tenía que verse joven así que salió corriendo por un traje nuevo e hizo cita en el salón para un cambio de look. Todo parecía fenomenal hasta que le pasaron los días y la mujer simpatica y buena gente no llamó. Ni esa semana, ni la siguiente. Conforme los días pasaban y la llamada no llegaba, Carlos estaba más malhumorado y triste. Cuando Adrian le preguntó qué le pasaba, Carlos respondió que se sentía así por la ausencia de la simpatica amiga. Cualquiera pensaría que es una exageración sentirse así por una llamada que no se concretó. Para Carlos era un desastre de gran magnitud debido a las grandes expectativas (definitivamente no reales) que generó de esa posible llamada. Sin esa llamada, todo lo que había imaginado: la cita súper romántica, las flores, el inicio de una relación maravillosa, (boda e hijos incluidos) no podían existir. Desafortunadamente para Carlos, estos casos no tienen una solución tan sencilla como la compra de un nuevo billete lotería.
Sabemos que las expectativas no son una buena idea. Rara vez las cosas salen como pensamos. Ya lo dice el refrán: “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”.
En el fondo (y en la superficie) sabemos que las expectativas no son una buena idea. Rara vez las cosas salen como pensamos. Ya lo dice el refrán: “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”. El esperar que las cosas sucedan de tal o cual forma es imposible.
Si hay algo peor que tener expectativas, es tomar decisiones basadas en ellas. Es una apuesta arriesgada y poco sensata. Un amigo salió muy contento de una entrevista de trabajo, le habían ofrecido el empleo de sus sueños y un muy buen sueldo. Seguro de que lo obtendría, gestionó el crédito de su auto, que le concedieron casi inmediatamente. Poco después de estrenar su flamante camioneta, le dijeron que no obtendría el empleo y se quedó sin chamba y con el crédito.
La vida a veces nos sorprende y el resultado es inesperado y favorable. Existen las sorpresas y las buenas noticias que superan, y con mucho nuestras expectativas.
El tener expectativas no nos hacen algún bien, por positivas que parezcan a simple vista. Sin embargo, hay que tener sueños y metas, eso sí posibles, reales y medibles y no perderlas de vista ni un momento hasta que se concreten o si no te quedas como el perro sin las dos tortas.

Saludos.....Ciao